Para iniciar este breve análisis de Ciudad Rodrigo como ciudad del Renacimiento hemos de señalar cómo en el siglo XV y coincidiendo con el auge de Castilla sobre los demás reinos peninsulares, se produce un cambio estructural en las poblaciones de la Península, especialmente en las del interior.
La economía agraria y ganadera incrementada con el comercio y la incipiente industria, impulsaron considerablemente la transformación urbana. A esto se unió en C. Rodrigo la llegada de oro y plata, procedentes de América; como la aportada por los promotores de la casa de los Vázquez o posteriormente los Centeno. Todo lo cual trajo consigo un aumento demográfico, un ensanche y renovación de parte del caserío urbano mirobrigense que llegaría a los 10.000 habitantes, junto con una nueva concepción de la arquitectura.
Señalar que el crecimiento de Ciudad Rodrigo fue enorme, pasando de unos 5400 habitantes en 1530 a 10.045 en 1594. Este crecimiento que casi duplica la población, es fácil de entender que supuso una revolución urbana, con el crecimiento de caserio que he mencionado y con la construcción de importantes edificios que analizamos en estos trabajos. Así desde los RRCC, pasando por Carlos I, hasta el final del reinado de Felipe II, España a nivel general fue uno de los países europeos con más índice de actividad urbana en general y Ciudad Rodrigo en particular.
Durante esta época, el arreglo de caminos, calzadas y puentes, la construcción de canales de navegación y riego, así como acueductos y otras obras públicas como en C. Rodrigo, fue generalizado. Todas estas labores ocuparon a ingenieros, arquitectos como Juan de Valencia o Juan de Ribero Rada( capilla de Cerralbo)y maestros de obras y afamados canteros( Balbás el Mozo, Hernando de Guemes, Juan Guemes,García de Ruesga…..).
Sólo en el siglo XVIII Ciudad Rodrigo vivirá una transformación con ciertas similitudes a la vivida a lo largo del XVI, compensando así el retraso adquirido bajo la depresión urbana de mediados del XVII y los acontecimientos de la Guerra de Sucesión de principios del XVIII.
La economía agraria y ganadera incrementada con el comercio y la incipiente industria, impulsaron considerablemente la transformación urbana. A esto se unió en C. Rodrigo la llegada de oro y plata, procedentes de América; como la aportada por los promotores de la casa de los Vázquez o posteriormente los Centeno. Todo lo cual trajo consigo un aumento demográfico, un ensanche y renovación de parte del caserío urbano mirobrigense que llegaría a los 10.000 habitantes, junto con una nueva concepción de la arquitectura.
Señalar que el crecimiento de Ciudad Rodrigo fue enorme, pasando de unos 5400 habitantes en 1530 a 10.045 en 1594. Este crecimiento que casi duplica la población, es fácil de entender que supuso una revolución urbana, con el crecimiento de caserio que he mencionado y con la construcción de importantes edificios que analizamos en estos trabajos. Así desde los RRCC, pasando por Carlos I, hasta el final del reinado de Felipe II, España a nivel general fue uno de los países europeos con más índice de actividad urbana en general y Ciudad Rodrigo en particular.
Durante esta época, el arreglo de caminos, calzadas y puentes, la construcción de canales de navegación y riego, así como acueductos y otras obras públicas como en C. Rodrigo, fue generalizado. Todas estas labores ocuparon a ingenieros, arquitectos como Juan de Valencia o Juan de Ribero Rada( capilla de Cerralbo)y maestros de obras y afamados canteros( Balbás el Mozo, Hernando de Guemes, Juan Guemes,García de Ruesga…..).
Sólo en el siglo XVIII Ciudad Rodrigo vivirá una transformación con ciertas similitudes a la vivida a lo largo del XVI, compensando así el retraso adquirido bajo la depresión urbana de mediados del XVII y los acontecimientos de la Guerra de Sucesión de principios del XVIII.
Frente a la preponderancia en siglos anteriores de la periferia (Barcelona, Valencia) durante la Baja Edad Media; el siglo XVI fue el momento de las ciudades del interior de la Península, donde se sitúa C. Rodrigo. Así las ciudades del centro como Toledo, Valladolid, Burgos, Medina del Campo, Salamanca y Ciudad Rodrigo y algunas andaluzas, serán los focos de urbanización dependientes del llamado modelo castellano. Su vitalidad se tradujo en transformaciones urbanas, con la creación de plazas, la construcción de edificios públicos (alhóndigas, carnicerías, hospitales y Ayuntamientos como en C. Rodrigo) ; palacios de Nobles e hidalgas familias (Águila, Ávila y Tiedra, Miranda, Casa de la Cadena, Casa de los Vázquez, Casa de los Herrera Maldonado, Casa de los Nuñez de Chaves, Casa del I Marques de Cerralbo, ….); iglesias (cabecera de S. Pedro y S.Isidoro, capilla central de la Catedral, Iglesia Hospital de la Pasión, Iglesia de S. Agustín, Cerralbo, Convento de S Francisco ….)
El ritmo de los trabajos de construcción es muy intenso y de gran calidad y ostentación (fachadas palaciegas, escudos inclinados, grandes puertas con dovelas). Fue en ciudades como Ciudad Rodrigo, donde se concentraron las riquezas, convirtiéndose en los polos de atracción a los cuales acudían todos aquellos que aspiraban a gozar de las ventajas de una sociedad estamental, de carácter monárquico y jerárquicamente organizada. Aunque en lugares como C Rodrigo, la ciudad también dependía en gran medida de la coyuntura agropecuaria de la socampana y comarca.
En esta época de la que estamos hablando ,dominaba la idea imperial de la ciudad, (no hay más que fijarse en el escudo del Ayuntamiento con el águila Imperial de Carlos I) cuyo modelo era Roma. La grandeza de la ciudad se medía por sus edificios, sus hijos ilustres y la abundancia de bienes, como señala Alonso del Castrillo en su Tratado de República en 1521 y en eso C. Rodrigo está a un alto nivel dentro de la España interior. Así este autor, señala:
“..La ciudad es una multitud de casas, abundante de lo necesario, así de campos como de dineros para vivir…..cierta cosa es ser la compañía de la ciudad la más excelente de toda la compañía humana, porque en la ciudad se habla de conversación más dulce y más noble y las cosas necesarias a la vida se hablan más convenientes y con menos trabajo…”·
Más tarde en época de Felipe II, se pensará en la ciudad como en un espacio ideal,con proporciones y distancias acordadas de arquitectura regular y uniforme con edificaciones públicas y privadas sometidas a un plan preestablecido. La ciudad era un todo homogéneo y acabado, sin solución de continuidad; igual que un tratado de geometría.
En todo caso en el siglo XVI, podemos hablar de varios tipos de ciudades, fijándonos en su función. Asi podemos hablar de
- Las ciudades burocráticas donde recala la Corte como Burgos, Valladolid o Medina del Campo
- Las ciudades industriales como Sevilla (puerto de América)
- Las ciudades ducales y de patronazgo como Medinaceli, Guadalajara, Medina-Sidonia etc.
- Las ciudades universitarias como Alcalá de Henares o Salamanca
- Las ciudades episcopales como Burgos, Segovia o Córdoba y por supuesto C. Rodrigo.
En este siglo que estamos analizando, hay que señalar como al abandonar las ciudades en muchos casos su función defensiva (no tanto en C. Rodrigo, por su posición en la frontera) y crecer con el tráfico comercial en número de habitantes, los antiguos cascos resultaron insuficientes. Esto trajo consigo, la necesidad de ensanches, incorporándose a la ciudad lo que antes eran arrabales y aumentando la ciudad delante de las antiguas puertas de la muralla.
Así, ciudades como Ciudad Rodrigo, Cáceres o Almagro, pasaran a ser los centros de intercambio comercial, el lugar de mercado y convivencia cívica en los días de diario, siendo en los días festivos y lúdicos escenario de torneos, corridas de toros y ceremonias junto a la particularidad del Carnaval en nuestro medio.
Dos elementos podemos distinguir de una manera clara en estas ciudades:
-Las plazas mayores, primero irregulares y posteriormente regulares como en Valladolid con arquitectura uniforme, que pasaran a ser el corazón de la ciudad moderna española, a la que hoy consideramos tradicional y vetusta. Las nuevas calles sustituyen a los antiguos ejes o espinas dorsales de la ciudad, apareciendo calles nuevas, que a menudo tomaban el nombre de calle Mayor, ya prolongado la existente, ya creando una nueva.
En esta transformación que señalo, hay que tener también en cuenta la expulsión de los judíos a partir de 1492. Dado que sus sinagogas y viviendas, dieron paso a nuevos edificios como el Hospital de la Pasión o más tarde la Iglesia de S. Agustín y a la creación de nuevas calles en el caso mirobrigense.
Quiero señalar en esta aproximación a la ciudad renacentista, cómo las ciudades españolas clásicas mantienen junto a su calle mayor, Plaza Mayor o arterias rectas, un laberinto de callejuelas y plazuelas y una gran diversidad de barrios algunos de judería antes de su expulsión o de morería. Barrios o calles especializados en diferentes actividades y talleres artesanales, con innumerables iglesias, capillas y ermitas, e instituciones de socorro y caridad.
En muchas partes de estas ciudades renacentistas había un gran contraste entre los ricos y los marginados. El esplendor de los nuevos palacios y monumentos contrastaba con la humildad de muchas de sus casas cercanas, en especial las de los barrios modestos y las de los arrabales. Apiñadas en cuestas, en callejuelas, las viviendas de los pobres, de ladrillo, adobe o mampuesto, contrastaba claramente con las construcciones de la iglesia y la nobleza.
En muchos lugares de Castilla y León cualquier ermita y algunas pequeñas edificaciones particulares, imitaban el gran ejemplo artístico de El Escorial, en Ciudad Rodrigo, este estilo un tanto posterior, inspira la Capilla del arzobispo Francisco Pacheco o Cerralbo en claro estilo postherreriano, iniciada en el último tercio del siglo XVI
-En los referente a la calle Mayor,o Rúa Mayor que designa la calle principal.Podemos señalar como a pesar de los cambios y transformaciones sufridas desde mediados del Siglo XIX, por medio de los ensanches y expansión de las ciudades, la vigencia de estos nombres sigue siendo una realidad. La Rúa Mayor de Salamanca, aún se sigue llamando Rúa Mayor. Las calles Mayores siguen todavía conservando un antiguo dinamismo comercial y urbano. Aunque en los últimos años, la calle Madrid( Antigua Calle Mayor) ha sufrido un cierre importante de establecimientos comerciales, aunque aún sigue siendo una de las entradas más importantes de la ciudad.
Así, ciudades como Ciudad Rodrigo, Cáceres o Almagro, pasaran a ser los centros de intercambio comercial, el lugar de mercado y convivencia cívica en los días de diario, siendo en los días festivos y lúdicos escenario de torneos, corridas de toros y ceremonias junto a la particularidad del Carnaval en nuestro medio.
Dos elementos podemos distinguir de una manera clara en estas ciudades:
-Las plazas mayores, primero irregulares y posteriormente regulares como en Valladolid con arquitectura uniforme, que pasaran a ser el corazón de la ciudad moderna española, a la que hoy consideramos tradicional y vetusta. Las nuevas calles sustituyen a los antiguos ejes o espinas dorsales de la ciudad, apareciendo calles nuevas, que a menudo tomaban el nombre de calle Mayor, ya prolongado la existente, ya creando una nueva.
En esta transformación que señalo, hay que tener también en cuenta la expulsión de los judíos a partir de 1492. Dado que sus sinagogas y viviendas, dieron paso a nuevos edificios como el Hospital de la Pasión o más tarde la Iglesia de S. Agustín y a la creación de nuevas calles en el caso mirobrigense.
Quiero señalar en esta aproximación a la ciudad renacentista, cómo las ciudades españolas clásicas mantienen junto a su calle mayor, Plaza Mayor o arterias rectas, un laberinto de callejuelas y plazuelas y una gran diversidad de barrios algunos de judería antes de su expulsión o de morería. Barrios o calles especializados en diferentes actividades y talleres artesanales, con innumerables iglesias, capillas y ermitas, e instituciones de socorro y caridad.
En muchas partes de estas ciudades renacentistas había un gran contraste entre los ricos y los marginados. El esplendor de los nuevos palacios y monumentos contrastaba con la humildad de muchas de sus casas cercanas, en especial las de los barrios modestos y las de los arrabales. Apiñadas en cuestas, en callejuelas, las viviendas de los pobres, de ladrillo, adobe o mampuesto, contrastaba claramente con las construcciones de la iglesia y la nobleza.
En muchos lugares de Castilla y León cualquier ermita y algunas pequeñas edificaciones particulares, imitaban el gran ejemplo artístico de El Escorial, en Ciudad Rodrigo, este estilo un tanto posterior, inspira la Capilla del arzobispo Francisco Pacheco o Cerralbo en claro estilo postherreriano, iniciada en el último tercio del siglo XVI
-En los referente a la calle Mayor,o Rúa Mayor que designa la calle principal.Podemos señalar como a pesar de los cambios y transformaciones sufridas desde mediados del Siglo XIX, por medio de los ensanches y expansión de las ciudades, la vigencia de estos nombres sigue siendo una realidad. La Rúa Mayor de Salamanca, aún se sigue llamando Rúa Mayor. Las calles Mayores siguen todavía conservando un antiguo dinamismo comercial y urbano. Aunque en los últimos años, la calle Madrid( Antigua Calle Mayor) ha sufrido un cierre importante de establecimientos comerciales, aunque aún sigue siendo una de las entradas más importantes de la ciudad.
En principio todas las poblaciones, grandes, medianas o pequeñas poseen una calle principal o Calle Mayor, en cuyo recorrido se pueden encontrar importantes y vistosas edificaciones civiles, casas burguesas o despachos profesionales, junto a un importante carácter comercial. Señalar también que el uso moderno de la palabra calle frente al más antiguo de Rúa que designaba a la calle ancha y principal de una ciudad desde el Renacimiento y sobre todo desde el Barroco, se imponer sobre los demás términos. Los vocablos carrera y los más específicos de corredera, rambla etc., cada uno con sus especificaciones muestran gran similitud con las calles Mayores.
Señalar también como la mayoría de las Plazas Mayores salvo casos concretos como Salamanca o Ciudad Rodrigo se han convertido actualmente en residuales, en testigos de un glorioso pasado, No existe en Ciudad Rodrigo el soportal, que es un elemento esencial del urbanismo histórico en España. Siendo lo habitual en Castilla, la existencia de una calle Mayor porticada como en Medina de Rioseco o de una Plaza Mayor porticada como en Madrid
Señalar también como la mayoría de las Plazas Mayores salvo casos concretos como Salamanca o Ciudad Rodrigo se han convertido actualmente en residuales, en testigos de un glorioso pasado, No existe en Ciudad Rodrigo el soportal, que es un elemento esencial del urbanismo histórico en España. Siendo lo habitual en Castilla, la existencia de una calle Mayor porticada como en Medina de Rioseco o de una Plaza Mayor porticada como en Madrid
Más modernamente se acuñó como en Salamanca el término de Gran Vía ligado desde mediados del XIX a un concepto nuevo de la ciudad.
Analizados algunos aspectos del mundo urbano del siglo XVI, terminaremos analizando esas pequeñas ciudades históricas existentes a lo largo y ancho de nuestro país. Ciudades como Ciudad Rodrigo, donde el valor monumental e histórico merecen que las consideremos como obras de arte.
Son esas ciudades a las que se desea volver. Los geógrafos las llaman ciudades medias por su reducido perímetro (algo más de dos Km en el caso de la muralla de Ciudad Rodrigo).Los historiadores, las denominan centros históricos por la acumulación de monumentos. Los viajeros curiosos, pueden recorrerlas por entero sin prisas ni cansancio. Incluso pueden sin fatiga salir al campo y contemplarla desde una prudencial distancia (como desde el teso de S. Francisco). Sus afueras (las orillas del río entre otras) son tan hermosas como su interior.
Analizados algunos aspectos del mundo urbano del siglo XVI, terminaremos analizando esas pequeñas ciudades históricas existentes a lo largo y ancho de nuestro país. Ciudades como Ciudad Rodrigo, donde el valor monumental e histórico merecen que las consideremos como obras de arte.
Son esas ciudades a las que se desea volver. Los geógrafos las llaman ciudades medias por su reducido perímetro (algo más de dos Km en el caso de la muralla de Ciudad Rodrigo).Los historiadores, las denominan centros históricos por la acumulación de monumentos. Los viajeros curiosos, pueden recorrerlas por entero sin prisas ni cansancio. Incluso pueden sin fatiga salir al campo y contemplarla desde una prudencial distancia (como desde el teso de S. Francisco). Sus afueras (las orillas del río entre otras) son tan hermosas como su interior.
Casi siempre estas ciudades son sede de un antiguo obispado y parte de su centro está dominado por una catedral cuyos inicios se sitúan en el románico o en el gótico posterior y tardaron años y años en construirse. Catedrales con ampliaciones y enriquecimientos paulatinos donde se pueden seguir los estilos más importantes de nuestra evolución artística.
Como hemos visto casi todas tienen una Calle Mayor, larga y de no mucha anchura con comercios (cada vez menos) y a veces bares y cafés que era conocida en tiempos pasados como la Calle de la Tabernilla en Ciudad Rodrigo)
También encontramos como hemos señalado ya, una Plaza Mayor que no debe confundirse con una encrucijada. La plaza se distingue de la encrucijada por ser un área en la que se remansa el tráfico, mientras la encrucijada, es un lugar de paso. Una verdadera plaza es un espacio apto para los viandantes, holgado y agradable a la vista. Existen en nuestro país plazas viejas y plazas nuevas. Las hay medievales, renacentistas, barrocas y románticas. En algunas el pasado parece haberse detenido, mientras en otras el presente está aún vivo.
En el caso de Ciudad Rodrigo, su plaza se ha ido construyendo con el paso del tiempo, desde el plateresco de la casa del I Marques de Cerralbo a la fachada renacentista del Ayuntamiento, pasando por las casas burguesas, de otros estilos. Nada mejor que sentarse en una de sus terrazas a la caída de la tarde ya en buen tiempo, para conocer la vida de la ciudad. Aunque dependiendo de la hora el ritmo de la plaza mirobrigense varía y también dependiendo de la fecha del año: Carnaval, Semana Santa o la época de buen tiempo, donde las terrazas inundan su espacio.
También en estas ciudades existen calles nobles con palacios señoriales de renacentistas y blasonadas fachadas y multitud de iglesias y conventos (aunque muchos dejaron su huella en otras edificaciones y desaparecieron).También con plazuelas tranquilas (S. Salvador, Plaza de Dámaso Ledesma, Castillo, Plaza del Buen Alcalde), con apartados rincones.
Como hemos visto casi todas tienen una Calle Mayor, larga y de no mucha anchura con comercios (cada vez menos) y a veces bares y cafés que era conocida en tiempos pasados como la Calle de la Tabernilla en Ciudad Rodrigo)
También encontramos como hemos señalado ya, una Plaza Mayor que no debe confundirse con una encrucijada. La plaza se distingue de la encrucijada por ser un área en la que se remansa el tráfico, mientras la encrucijada, es un lugar de paso. Una verdadera plaza es un espacio apto para los viandantes, holgado y agradable a la vista. Existen en nuestro país plazas viejas y plazas nuevas. Las hay medievales, renacentistas, barrocas y románticas. En algunas el pasado parece haberse detenido, mientras en otras el presente está aún vivo.
En el caso de Ciudad Rodrigo, su plaza se ha ido construyendo con el paso del tiempo, desde el plateresco de la casa del I Marques de Cerralbo a la fachada renacentista del Ayuntamiento, pasando por las casas burguesas, de otros estilos. Nada mejor que sentarse en una de sus terrazas a la caída de la tarde ya en buen tiempo, para conocer la vida de la ciudad. Aunque dependiendo de la hora el ritmo de la plaza mirobrigense varía y también dependiendo de la fecha del año: Carnaval, Semana Santa o la época de buen tiempo, donde las terrazas inundan su espacio.
También en estas ciudades existen calles nobles con palacios señoriales de renacentistas y blasonadas fachadas y multitud de iglesias y conventos (aunque muchos dejaron su huella en otras edificaciones y desaparecieron).También con plazuelas tranquilas (S. Salvador, Plaza de Dámaso Ledesma, Castillo, Plaza del Buen Alcalde), con apartados rincones.
En estos núcleos, nunca faltan los tranquilos jardines (Florida o Glorieta) y muchas veces las tranquilas alamedas cercanas al rio.
Junto a la catedral o la Plaza Mayor, existe siempre alguna pastelería con especialidades locales (repelaos o tejas en Ciudad Rodrigo). El ambiente de estas ciudades nos trae a la memoria las obras literarias de conocidos autores como Azorín, Miguel Delibes o Juan Ramón Jimenez.
Todos aquellos que han nacido o vivido su infancia en una ciudad semejante, la evocan como un “paraíso perdido”. La vida actual con prisa y sin sensibilidad, no verá en ella más que vetustez o ruinas en el casco urbano.
Yo me he centrado un poco en considerar a estas ciudades a partir de los calificativos de Ciudad Rodrigo, pero en nuestro país hay un número reducido pero importante de estas ciudades: Tuy y Mondoñedo en mi querida Galicia; Burgo de Osma, Sigüenza, Plasencia, Coria, Guadix, Orihuela, Segorbe, Tarazona, Jaca y otros tantos pequeños núcleos que aún sin ser episcopales pueden parangonarse a ellos como Santillana del Mar en la tierra de Alfonso ;Betanzos, Toro, Almagro,Trujillo, Zafra, Écija, Carmona, Osuna…, la lista es larga.
Pero nosotros, podemos disfrutar de una de las más singulares Ciudad Rodrigo, una verdadera ciudad del Renacimiento.
En muchas de ellas se han producido grandes desaguisados urbanísticos. Sus autoridades y prohombres muchas veces ignoraron los valores que encerraban sus antiguos cascos urbanos. No obstante hoy se puede hacer que estas ciudades sean a la vez prósperas y que sigan conservando su tradición urbana, rehabilitándolas y modernizándolas en sus infraestructuras, pero controlando su crecimiento con medida y prudencia. Todas ellas y en especial Ciudad Rodrigo pueden parar su sangría poblacional con el desarrollo y la potenciación de su turismo cultural. Con la finalidad de potenciar ese turismo que pasa por el respeto al patrimonio y la valoración de lo que tenemos. Es por lo que este año intentamos difundir y señalar la importancia de los museos de nuestro ámbito y la importancia de Ciudad Rodrigo como Ciudad del Renacimiento.
Junto a la catedral o la Plaza Mayor, existe siempre alguna pastelería con especialidades locales (repelaos o tejas en Ciudad Rodrigo). El ambiente de estas ciudades nos trae a la memoria las obras literarias de conocidos autores como Azorín, Miguel Delibes o Juan Ramón Jimenez.
Todos aquellos que han nacido o vivido su infancia en una ciudad semejante, la evocan como un “paraíso perdido”. La vida actual con prisa y sin sensibilidad, no verá en ella más que vetustez o ruinas en el casco urbano.
Yo me he centrado un poco en considerar a estas ciudades a partir de los calificativos de Ciudad Rodrigo, pero en nuestro país hay un número reducido pero importante de estas ciudades: Tuy y Mondoñedo en mi querida Galicia; Burgo de Osma, Sigüenza, Plasencia, Coria, Guadix, Orihuela, Segorbe, Tarazona, Jaca y otros tantos pequeños núcleos que aún sin ser episcopales pueden parangonarse a ellos como Santillana del Mar en la tierra de Alfonso ;Betanzos, Toro, Almagro,Trujillo, Zafra, Écija, Carmona, Osuna…, la lista es larga.
Pero nosotros, podemos disfrutar de una de las más singulares Ciudad Rodrigo, una verdadera ciudad del Renacimiento.
En muchas de ellas se han producido grandes desaguisados urbanísticos. Sus autoridades y prohombres muchas veces ignoraron los valores que encerraban sus antiguos cascos urbanos. No obstante hoy se puede hacer que estas ciudades sean a la vez prósperas y que sigan conservando su tradición urbana, rehabilitándolas y modernizándolas en sus infraestructuras, pero controlando su crecimiento con medida y prudencia. Todas ellas y en especial Ciudad Rodrigo pueden parar su sangría poblacional con el desarrollo y la potenciación de su turismo cultural. Con la finalidad de potenciar ese turismo que pasa por el respeto al patrimonio y la valoración de lo que tenemos. Es por lo que este año intentamos difundir y señalar la importancia de los museos de nuestro ámbito y la importancia de Ciudad Rodrigo como Ciudad del Renacimiento.